viernes, 5 de diciembre de 2008

Adrian Ross


Adrian Ross (1859-1933) fue un autor teatral y de canciones enormemente famoso en su tiempo hoy en día injustamente olvidado. A la mayoría de los estudiosos de la literatura el nombre probablemente les resultará completamente desconocido, a pesar de haber sido uno de los autores más prolíficos de los siglos XIX y XX. La mayoría de su obra es alegre y desenfadada, relacionada con los gustos de un público que buscaba en el teatro de variedades y sus canciones pasar un rato agradable y relajante.

Ross únicamente escribió una obra de terror, muy probablemente influenciado por su amigo el gran autor M. R. James. Sólo una novela, pero ¡qué obra! Probablemente sea, sin exagerar una de las diez mejores narraciones fantásticas que se han escrito. The hole of the pit, traducido al español como "El agujero del infierno" (en efecto, aquí Pit, más que cómo pozo conviene traducirlo como infierno) es un relato largo sin parangón. La historia se desarrolla en los tiempos de la Guerra Civil Inglesa entre Cromwell y Carlos I, escenario que el autor describe magistralmente, caracterizando psicológicamente a los personajes, puritanos o realistas con una maestría tal que ya quisieran muchos historiadores profesionales. Si la ambientación histórica es buena, el terror que describe con una ciénaga en la que vive una olvidada e informe criatura es realmente sublime y lo sitúan como un antecente del horror cósmico posterior que desarrollarían autores como W.H.Hodgson, A. Machen o el mismo H. P.Lovecraft. Ross sabe conjugar la vaguedad de las descripciones (recurso ampliamente utilizado por Lovecraft) que incita al lector que aquello que acecha en las aguas fangosas es tan horrible, tan antiguo e impuro que simplemente no puede ser descrito sino a través del efecto creado por los indicios que manifiestan su presencia y ponen en peligro la vida y la razón de los protagonistas. Todo ello ambientado por una descripción de los personajes no únicamente como se ha dicho cuidadosamente fiel al pasado, sino además enormemente atrayente en el caso de los humanos malvados, pues hay una doble trama, la de la entidad monstruosa y la del caballero realista y su siniestra dama que mantienen retenidos a los protagonistas en su fortaleza cercana a la marisma. Estos dos personajes son deliciosamente malvados. El caballero realista es una especie de tirano muy bien caracterizado, que recuerda vagamente al Próspero de E. A. Poe o al Montoni de Radcliffe. Una suerte de psicópata que utiliza la alianza con Carlos I Estuardo para dar rienda suelta a sus más abyectos deseos, epígono de la imagen del noble tiránico y degenerado. Su dama aparece como una criatura igualmente degenerada pero de un modeo sutilmente distinto, como una especie de dama oscura, de bruja de cabellos rojos como el fuego e inquietantes ojos verdes, versada en artes prohibidas y sacrílegos rituales que no duda en utilizar.

Probablemente The hole of the Pit habría sido olvidado de no ser por otro gran autor, este más reciente y aún en activo, Ramsey Campbell, que valorando todo lo bueno de esta obra la rescató y difundió nuevamente entre los aficionados al género fantástico.

M.R. James


Para aquellos a los que les guste el cuento de terror clásico victoriano, es altamente recomendable este autor británico. En español destacan las publicaciones de sus cuentos en la colección El Club Diógenes de editorial Valdemar Historias de Fantasmas de un anticuario y Más historias de fantasmas de un anticuario. Son altamente recomendables, especialmente aquellas narraciones como La habitación número trece o El conde Magnus. Montague Rhode James (1862-1936) fue un gran erudito y arqueólogo británico, preboste del muy prestigioso Eton College situado junto a Windsor, y que tenía la sana costumbre de pasar las navidades junto a otros profesores igualmente versados en lo fantástico y lo macabro, contando historias junto a la lumbre de la chimenea. De tan fructíferas reuniones son producto estos relatos, donde las alusiones a las viejas catedrales, al pasado medieval de Inglaterra y Europa o el conocimiento filológico del inglés antiguo y las lenguas clásicas se entrelazan magistralmente en la trama sin llegar tampoco a un lenguaje abigarrado, pedante o fatuo. De entre sus colegas de terroríficas veladas destaca Adrian Ross, al que seguidamente pienso dedicar otra entrada.