sábado, 7 de agosto de 2010

sábado, 12 de diciembre de 2009





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viernes, 5 de diciembre de 2008

Adrian Ross


Adrian Ross (1859-1933) fue un autor teatral y de canciones enormemente famoso en su tiempo hoy en día injustamente olvidado. A la mayoría de los estudiosos de la literatura el nombre probablemente les resultará completamente desconocido, a pesar de haber sido uno de los autores más prolíficos de los siglos XIX y XX. La mayoría de su obra es alegre y desenfadada, relacionada con los gustos de un público que buscaba en el teatro de variedades y sus canciones pasar un rato agradable y relajante.

Ross únicamente escribió una obra de terror, muy probablemente influenciado por su amigo el gran autor M. R. James. Sólo una novela, pero ¡qué obra! Probablemente sea, sin exagerar una de las diez mejores narraciones fantásticas que se han escrito. The hole of the pit, traducido al español como "El agujero del infierno" (en efecto, aquí Pit, más que cómo pozo conviene traducirlo como infierno) es un relato largo sin parangón. La historia se desarrolla en los tiempos de la Guerra Civil Inglesa entre Cromwell y Carlos I, escenario que el autor describe magistralmente, caracterizando psicológicamente a los personajes, puritanos o realistas con una maestría tal que ya quisieran muchos historiadores profesionales. Si la ambientación histórica es buena, el terror que describe con una ciénaga en la que vive una olvidada e informe criatura es realmente sublime y lo sitúan como un antecente del horror cósmico posterior que desarrollarían autores como W.H.Hodgson, A. Machen o el mismo H. P.Lovecraft. Ross sabe conjugar la vaguedad de las descripciones (recurso ampliamente utilizado por Lovecraft) que incita al lector que aquello que acecha en las aguas fangosas es tan horrible, tan antiguo e impuro que simplemente no puede ser descrito sino a través del efecto creado por los indicios que manifiestan su presencia y ponen en peligro la vida y la razón de los protagonistas. Todo ello ambientado por una descripción de los personajes no únicamente como se ha dicho cuidadosamente fiel al pasado, sino además enormemente atrayente en el caso de los humanos malvados, pues hay una doble trama, la de la entidad monstruosa y la del caballero realista y su siniestra dama que mantienen retenidos a los protagonistas en su fortaleza cercana a la marisma. Estos dos personajes son deliciosamente malvados. El caballero realista es una especie de tirano muy bien caracterizado, que recuerda vagamente al Próspero de E. A. Poe o al Montoni de Radcliffe. Una suerte de psicópata que utiliza la alianza con Carlos I Estuardo para dar rienda suelta a sus más abyectos deseos, epígono de la imagen del noble tiránico y degenerado. Su dama aparece como una criatura igualmente degenerada pero de un modeo sutilmente distinto, como una especie de dama oscura, de bruja de cabellos rojos como el fuego e inquietantes ojos verdes, versada en artes prohibidas y sacrílegos rituales que no duda en utilizar.

Probablemente The hole of the Pit habría sido olvidado de no ser por otro gran autor, este más reciente y aún en activo, Ramsey Campbell, que valorando todo lo bueno de esta obra la rescató y difundió nuevamente entre los aficionados al género fantástico.

M.R. James


Para aquellos a los que les guste el cuento de terror clásico victoriano, es altamente recomendable este autor británico. En español destacan las publicaciones de sus cuentos en la colección El Club Diógenes de editorial Valdemar Historias de Fantasmas de un anticuario y Más historias de fantasmas de un anticuario. Son altamente recomendables, especialmente aquellas narraciones como La habitación número trece o El conde Magnus. Montague Rhode James (1862-1936) fue un gran erudito y arqueólogo británico, preboste del muy prestigioso Eton College situado junto a Windsor, y que tenía la sana costumbre de pasar las navidades junto a otros profesores igualmente versados en lo fantástico y lo macabro, contando historias junto a la lumbre de la chimenea. De tan fructíferas reuniones son producto estos relatos, donde las alusiones a las viejas catedrales, al pasado medieval de Inglaterra y Europa o el conocimiento filológico del inglés antiguo y las lenguas clásicas se entrelazan magistralmente en la trama sin llegar tampoco a un lenguaje abigarrado, pedante o fatuo. De entre sus colegas de terroríficas veladas destaca Adrian Ross, al que seguidamente pienso dedicar otra entrada.

jueves, 20 de marzo de 2008

La Fábrica de las Pesadillas

La Fábrica de las Pesadillas, de Thomas Ligotti recrea perfectamente el mundo de horror cósmico de H. P. Lovecraft. Su lectura conduce a la desazón, a esa inquietud que precede a la epifanía de un universo sin sentido, donde el caos y la decadencia reinan por doquier. Entre los principales puntos a destacar del libro destaca esa atmósfera de fondo que también recrea la lovecraftiana, sin por ello caer en el error de copiar elementos concretos de su mundo o expresiones concretas de su lenguaje. En La Fábrica de las Pesadillas no encontrará el lector alusiones a monstruos concretos como Cthulhu o Yog-Sothoth o alusiones al caos idiota o a dioses que, estando muertos sueñan. La atmósfera recrea perfectamente a la del maestro de Providence, sin por ello plagiar absolutamente nada. El único defecto que se le puede achacar al libro es la carencia de datos concretos o fuentes científicas o históricas. Esa es su gran carencia


[Img]http://literfan.cyberdark.net/2006/FabricaPesadillas.jpg[/Img]

viernes, 23 de marzo de 2007

Recordando a Poe.



Estos últimos días he estado reflexionando sobre la figura del máximo exponente de la literatura de terror en el S. XIX. Edgar Allan Poe (1809-1849) fue un personaje singular sin la menor duda. Su carácter idealista y romántico, su fascinación por lo oscuro y macabro y su peculiar biografía, por entre la que remeda sus alcoholismo y la muerte de las mujeres amadas son sencillamente fascinantes.
Decía que he estado recordando a Poe y su obra más que lo de costumbre y no me avergüenza reconocer que ha sido a partir de ver el pasado domingo el programa del Friker Jiménez (lo único que veo por la caja tonta) y las alusiones a
El Entierro Prematuro referido a un reportaje sobre el entierro involuntario de personas vivas y el fenómeno de catalepsia o catatonia que tan bien describió el genio de Boston. Como es habitual, el programa dejó en el tintero algunas informaciones, como que este no es el único cuento que hace referencia a la catalepsia. En La Caída de la Casa Usher tenemos otro ejemplo, en el caso de la hermana de Roderick Usher que es enterrada viva. Por otra parte se apresuró el médico forense ése que sale a decir que actualmente era imposible que alguien fuese enterrado vivo. Yo no estaría tan seguro. Por cierto médico forense que va de entendido y al que de vez en cuando se le escapa algún sonoro disparate, como decir que el arameo es una lengua indoeuropea.
Bendito Poe que nos ha hecho soñar tanto a tanta gente. De siempre, mis cuentos favoritos han sido el de la Casa Usher, junto a La Máscara de la Muerte Roja, quizá este por sus descripciones más que por la historia en sí, y Ligeia. Ligeia es tal vez el cuento poeiano por excelencia, aquel que el escritor consideraba su mejor obra, en el que él mismo se retrata mejor, y donde más claramente se comprueba su fascinación hacia el amor y la muerte. ¿O debo decir mejor entre la simbiosis entre el sexo y la muerte como algún cretino ha publicado recientemente?